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sábado, 31 de mayo de 2014

SONETO

Antonio J. del Puig


SONETO
A María y Miguel

Al verte pensé que fuera hermoso
Nacer otra vez para conquistarte,
Y hundirme en aguas para amarte,
Y morir en tus brazos proceloso.

Mas si tu corazón es generoso
Y conoce los deleites del Arte,
Cautivo soy de ti en mar virtuoso
Por suaves afecciones que he de darte.

Queda en el tintero fugitivo
La negra tinta como mar de muerte,
Ya que el verso no queda vencido;

Y sólo me queda, de esta suerte,
Triste, pobre, cansado, afligido,

Pues nada más nací para quererte.



De su libro, " La Tarde Ensangrentada"



© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

jueves, 29 de mayo de 2014

TROZOS DE PORCELANA I

Antonio J. del Puig


 I
Voy junto a mi amor
Preparado para sentir
El más profundo de los dolores.
Caminamos despacio,
Cruzamos la puerta
Con un ramo de flores
Entre las manos.
Empezamos a subir la pendiente
Muy lentamente,
Vemos la gran Cruz
Que domina todo el campo santo.
Seguimos subiendo la pendiente.
Hay muchas tumbas a nuestro alrededor
En el más profundo de los silencios,
Y enhiestos cipreses hacia lo alto,
Pasamos junto a una iglesia
Que está cerrada y muda,
Y seguimos subiendo.
Vamos muy despacio,
Pero seguimos subiendo.

Cuando llegamos al lugar,
Nos cogemos de la mano fuertemente,
Aparecen las lágrimas
Junto a los recuerdos.
Rezamos juntos una oración
Y nos fusionamos en un solo cuerpo.

Dejamos las flores sobre la lápida
De mármol negro
Que mañana estarán marchitas
O que el viento arrastrará
Hacia donde quiera.
Decoración efímera
Ante los restos de lo eterno
Entrelazados como la raíces de una sola planta
Bajo la tierra,
Sentimos juntos el infinito dolor,
Más intenso, más profundo,
Más real que ninguna otra sensación
Producida por un libro,
Un viaje a una ciudad.
La vida se inclina humilde
Como un retraso del porvenir.

Este es el dolor supremo
De todos los dolores.
El Amor consuela
Más que ningún verso,
Más que ningún ballet,
Más que ningún cuadro,
Más que ninguna música.
El Amor, mi amor, da fuerzas
Para seguir luchando contra el dolor.
Y, al volver, al bajar otra vez
La empinada pendiente,
Hay una esperanza desconocida
Dentro del corazón.

De su libro, "Trozos de Porcelana"




© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.


martes, 13 de mayo de 2014

TROZOS DE PORCELANA XVIII


XVIII

Vuelvo a sentir la alta fiebre en mis sienes,
Y en el perpetuo escalofrío,
Te veo entre mis brazos,
Agarrándome a tu cintura,
Oliendo el perfume de tus cabellos,
Bebiendo el néctar de tus labios.
Estoy ardiendo
Y parece que la fiebre empieza a bajar.

Siento el amor,
El más puro y sincero,
Trémulo entre mis manos,
Deslizándose débil y sinuoso
Como un reptil entre mis dedos.
La nube que pasa sobre nuestros abrazos,
Unidos como estamos para siempre,
Lleva lejos, lentamente,
El pensamiento del amor
Que se torna penumbroso y aquejado
Cuando llega la noche.

Ahora siento un pavoroso frío,
La fiebre parece que va a volver a subir.
Te desvaneces entre mis brazos,
Se difumina el delicioso olor de tu pelo
Y tus besos saben amargos sólo.
Mientras me doy cuenta
Que pierdo lo que más he amado,
Lo que tanto amé.
Vacío en la lejanía,
Como una estrella radiante y solitaria
En la inmensidad de un cielo estrellado.

La fiebre parece
Que implica todas las cosas.

(Antonio J. del Puig)


Antonio J. del Puig, Página oficial.
Antonio J. del Puig, Official website.

© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

viernes, 9 de mayo de 2014

El alma de los libros

Hoy quiero compartir con ustedes una experiencia que parece de ficción, pero que es totalmente real, todos hemos escuchado alguna vez que la realidad supera la ficción, al igual que también muchos abran oído decir que existen más cosas entre el cielo y la tierra de la que están en los libros.
Aunque, una parte de esta historia me la contó una persona muy racional, demasiado racional para inventar algo así, me parecía increíble. Yo personalmente no niego, ni afirmo la existencia de cosas que no podemos explicar, pero lo cierto es que solo creo lo que veo con mis propios ojos. Así que aunque la fuente era de fiar, la historia me resultada demasiado increíble y me provocaba mis dudas sobre su veracidad, hasta que parte de esta historia se produjo ante mis atónitos ojos.

Llamare a la persona que me la conto “Mr. X”, ya que no estoy autorizada a revelar su identidad.
“Mr. X”, es una persona amante de la lectura, y es muy habitual verle entre libros, de echo posee una extensa biblioteca personal, que continuamente sigue creciendo, leer y leer es su gran debilidad, incluso cuando viaja, siempre hay un lugar en su equipaje para unos cuantos, aunque eso no evita que durante el trayecto de sus viajes, su pequeña biblioteca portátil aumente en uno o varios ejemplares.

En una ocasión mientras viajaba, echo en falta uno de sus libros, le había acompañado durante mucho tiempo, ya que no era la primera ver que lo llevaba consigo, había sido adquirido durante uno de sus viajes, pero en algún momento del camino había dejado de estar en su poder. Esta pérdida disgusto mucho a “Mr. X”, pero ¿qué podía hacer?, ¿dónde iba a reclamar?, no sabía en qué ciudad había desaparecido el ejemplar. Cuando termino el viaje regreso a su hogar dando por perdido aquel libro. “Mr. X”, siguió viajando y los años fueron pasando.


Habían pasado quizás cuatro años o más desde aquel incidente y “Mr. X”, se encontraba de nuevo de viaje. Lo cierto es que no recuerdo a qué país me dijo que viajo en esta ocasión, pero si que iba acompañado de un amigo. Ambos se encontraban reclinados bajo las sombras de unas palmeras, cuando un nativo del lugar se le acercó y le dijo: - sígueme – “Mr. X”, le siguió sin preguntar nada. Le llevo hasta una casa, y le pidió que le esperase fuera, frente a la puerta de entrada, acto seguido cruzo la  puerta. Mientras esperaba que el hombre regresara, se preguntaba que estaba sucediendo, no sabía que fuerza le había hecho seguir a aquel extraño sin preguntar nada, ni que estaba haciendo allí parado esperando ¿qué?. Después de un rato el hombre que le había llevado hasta allí, volvió a salir y alargando su mano hacia él le entrego un libro
mientras le decía: - ahora vete -. Bajo la mirada observando el libro que le acababa de ser entregado, le era tan familiar que ni siquiera tenía dudas aún antes de abrir la tapa y reconocer la escritura de las primeras páginas. Aquel no era un ejemplar igual al que años atrás había perdido durante uno de sus viajes, aquel era exactamente el mismo libro perdido. ¿Cómo era aquello posible?, ¿quien era aquel extraño nativo que se lo entregaba de nuevo?, ¿como era posible que el mismo ejemplar volviese de nuevo a sus manos y de una manera tan extraña?. Nunca encontró una explicación a todas sus preguntas y menos aún a aquel extraño suceso. Pero siempre decía que los libros tenían alma y que ellos mismos buscaban su lugar.
Cuando regreso junto a su amigo, este le recrimino el haberse marchado así tras un desconocido, sin pensar en los peligros a los que se exponía, él solo respondió, que simplemente sintió el impulso de hacerlo.

De nuevo los años pasaron y con el tiempo “Mr. X, se trasladó de casa, durante varias semanas se dedicó a ordenar su enorme biblioteca, que semana tras semana iba creciendo, imagino que fue un trabajo bastante agotador.  Los libros se apilaban en las estanterías bastante apretados por falta de espacio para tanto ejemplar.
Un día me encontraba yo en su casa de visita, cuando al pasar por delante de una de las estanterías escuche un golpe seco, me volví y justo detrás de mí, a un palmo de mis talones y a medio metro de la estantería un libro había caído. Repase de arriba hacia abajo los estantes, buscando el hueco donde había estado el libro, pero solo lo encontré justo en el último están a escasos centímetros del suelo, si el hecho de que un libro cállese solo de una estantería, en que los libros estaban bastante apretados, era extraño más aun lo era la distancia a la que había caído el libro desde tan bajo, más que caer el libro había salido despedido y más aún justo después de pasar yo. Realmente aquello me inquieto mucho ya que sabía perfectamente que aquellos libros llevaban meses ya colocados allí y nadie los había tocado. Me puse nerviosa no lo voy a negar, aquello no era nada normal, ni siquiera me atreví a recoger el libro del suelo, llame a “Mr. X”, para que viese con sus propios ojos donde había caído el libro. Lo recogió del suelo mientras me decía: - este libro estaba en el sitio equivocado, no me di cuenta al ponerlo donde estaba, este pertenece a otra sección –  luego añadió – el libro reclama su sitió, por eso se ha caído – Yo casi me echo a reír, aún después de lo que acababa de presenciar no podía creer que un libro fuese a reclamar su sitió en una estantería junto a otros libros que fuesen de su misma categoría, pero añadió aún mas dijo: - los libros tienen alma y este libro en concreto es especia – le pregunte por qué, entonces me pregunto si recordaba la historia del libro que había perdido en un viaje y que años más tarde en otro viaje le devolvió un nativo, le dije que sí, el me respondió: - aquel libro, es este mismo -.  Mi extrañeza y desconcierto aumentaron sobremanera. Y yo me pregunto ¿realmente los libros tienen alma? No sé qué contestar, solo se lo que paso. Imagino que si han llegado hasta aquí, en este momento se preguntaran ¿qué libro era ese?, pues se trataba de una edición de Monuments of Upper Egypt de Auguste Mariette–Bey una edición de 1877 escrita en inglés.
Que cada cual saque sus propias conclusiones, yo solo he contado lo que sucedió.


viernes, 2 de mayo de 2014

Vicente Medina Tomás. Biografía



Vicente Medina Tomás, nació en Archena, Murcia el 27 de octubre de 1866 y falleció en Rosario de Santa Fe, Argentina el 17 de agosto de 1937
Poeta, dramaturgo y editor murciano.

Vicente nació un 27 de octubre, día de la festividad de San Vicente, concretamente en La Plaza del Príncipe, en Archena, Murcia.

Hijo mayor del matrimonio formado por Juan de Dios Medina, jornalero y Joaquina Tomás, costurera a domicilio. La familia era muy modesta y el padre desempeño varios oficios entre ellos, camarero en alguna oficina del balneario de Archena, poseía una gran afición por los libros, leyendo todo lo que caía en sus manos, así que el administrador del balneario le aconsejó que pidiese algunos libros a Madrid, y pusiese en el balneario un puestecillo, más tarde pidió periódicos.

Medina que por entonces tendría unos ocho años, comenzó a ganarse la vida ayudaba a su padre en el kiosco del Balneario, vendiendo libros y periódicos. Estableciendo contacto con las letras, allí puedo leer  autores como Gustavo Adolfo Bécquer, José de Espronceda, Víctor Hugo, Campoamor, Alarcón, Lamartine, Emile Zola, Valera, etc. En las temporadas en que los baños estaban cerrados, acompañaba a su padre por los pueblos vendiendo los libros y periódicos. Por esta causa no pudo asistir mucho a la escuela, siendo alumno del maestro, Don Miguel Medina Luna, tío suyo y padre de Inocencio Medina Vera, el poeta no figuraba entre los mejores alumnos del maestro.




Maestro Don Miguel Medina Luna

Cuando contaba trece años sintió el amor de juventud, por una niña llamada Rufina Crevillén, este sentimiento hizo que buscase en los versos de los poetas que leía, el sentir de sus propios sentimientos, así copiaba y firmaba como suyos estos poemas.

A esta edad de trece años fue enviado a Madrid por su padre, para trabajar en casa de un Procurador de los Tribunales, haciendo compañía a su hijo, ir al colegio y a pasear con él, además de otros quehaceres más modestos en la casa. Abandono la casa del procurador y comenzó a trabajar en un comercio, pero aquello no era para él y después de poco más de un año regreso a su pueblo. Volvió a ser vendedor de libros y mancebo de botica.

A los dieciséis años escribe sus primeros versos, incorrectos pero espontáneos, para dedicárselos a Rufina, en la festividad del Sábado Santo, en esta festividad era costumbre en la huerta, que los novios pusiesen a las novias enramadas de flores en la reja, entre las flores esparció sus versos que declaraban su amor por la niña.Algún tiempo después ambos se declaraban amor eterno.

A los 18 años ingresó voluntario en el servicio militar, con destino en San Fernando (Cádiz), llegando al grado de cabo de Infantería, destinado posteriormente como escribiente en la Capitanía General de Cartagena. Embarco en la fragata “Numancia”, visitando las Islas Baleares y Barcelona. Fue como voluntario a las Islas Filipinas, donde estuvo poco más de un año. Allí en Manila, se publicaron por primera vez  sus versos, dedicados a una bella nativa llamada “Tatay”, versos que firmaba con el seudónimo de “M.Nadie”.

Fue estando en Filipinas cundo Rufina, entabló relaciones con un primo suyo y se casó con él. Casi un año después moría Rufina de sobreparto. Mucho lloro Medina está perdida, moría el amor que le había hecho poeta.

Se licencia en 1890 regresando a Archena, donde abre un pequeño comercio de tejidos que fracasa. Regresa a Cartagena, con el propósito de embarcar para Argelia y emigrar a Orán, como muchos de sus compatriotas de la época, pero en Cartagena unos amigos le convencieron para que se quedase, encontró trabajo en el Arsenal en una oficina comercial del dueño de dos periódicos, La Gaceta Minera y el Diario de Cartagena, allí conocería a José García Vaso, crítico literario, que tanto le ayudo siendo su censor y maestro. Es en esta ciudad donde publicó por primera vez poemas con su nombre, en la revista El Álbum, revista literaria de Cartagena, reconocidos por algunas figuras literarias del momento, como Clarín o Valera.

En 1891 contrajo matrimonio en Archena con Josefa Sánchez Vera, y ambos se establecen en Cartagena. Donde publico colaboraciones  literarias en El Diario de Cartagena, El Republicano,  El Mediterráneo o Las Noticias, etc. Asiduo de las tertulias literarias del Abanico donde participaban entre otros Inocencio Medina Vera, Bartolomé Pérez Casas y José García Vaso.

En 1895 publica su primera obra, el poema titulado El Náufrago, que tuvo muy buenas críticas. La mayor parte de lo recaudado con esta obra fue para las familias pobres de las víctimas del naufragio del “Reina Regente”.

En 1898 aparece su primera obra dramática, El Rento, con la cual quiso recuperar y dignificar el lenguaje huertano, indignado por el uso que se hacía del panocho en carnavales y bandos, llenándolo de barbarismos y extravagancias. Surgió así a manera de bocetos los romances panochos, que más tarde se convertirían en su obra Aires Murcianos, 1898. Libro que se convirtió en su obra cumbre, elevando su fama a nivel nacional, recibiendo excelentes críticas de personajes como Azorín, que publico artículos en el “Progreso”, Bonafoux, Leopoldo Alas Clarín, Urbano González Serrano, Pedro Corominas entre otros, incluso llegándose a publicar en checo. De esta obra Azorín dijo:

Aunque no escriba usted más, este diminuto volumen, que es de oro, bastará para colocarle a usted entre los grandes líricos de nuestro parnaso. Su poesía es de las pocas que conmueven hondamente. Puede tener usted la íntima convicción de que ha hecho una obra de gran artista

Este gran éxito cosechado, le impulsa a una intensa vida literaria, escribiendo y editando sus propias obras teatrales con un cierto éxito, tras  El Rento 1898. A la vez que desempeñaba el trabajo de cronista de Cartagena.

En Junio de 1898 fallece su padre en Archena, teniendo que encargarse él de mantener a su numerosa familia. Trabajaba desde las siete de la mañana a las nueve de la noche en tres destinos, ganando 230 pesetas al mes, terminando tan cansado que le impide dedicarse a su gran afición artística. Angustiado por la situación comienza a cartearse con Azorín y a través de él con Unamuno, que le animan y prosigue con su actividad literaria, a costa de robarle horas al descanso. Escribió  ¡Lorenzo! 1899, La sombra del hijo 1899 y El Alma del Molino 1902. También escribió tanto en poesía como en prosa obras como Alma del pueblo 1900, La canción de la vida 1903, La canción de la muerte 1904, La canción de la huerta 1905, Poesías (Obras escogidas) 1908.

Pese al éxito alcanzado, su situación económica era bastante mala, teniendo que ocuparse de una familia tan numerosa. Aprovechando el dinero sacado por la venta de unas tierras, que había heredado su mujer tras la muerte de sus padres tuvo que emigrar a Buenos Aires, Argentina a principios de 1908, eran seis y otros dieciséis que había enviado un año antes con los que se reunirían. Buenos Aires, le pareció demasiado grande, así que decidió trasladarse a Rosario de Santa Fe, encontró trabajo como contable en una fuerte empresa, Remonda y Monserrat, con lo que consiguió un bienestar económico, que le permitieron comprar una finca en Hume, en la cual imito la huerta murciana. Durante este tiempo no volvió a publicar nada.

El 28 de julio de 1914 comenzó la Primera Guerra Mundial, echo que le llevo a publicar La Canción de la Guerra en 1915, (como denuncia antibélica), El Libro de la paz 1915, una nueva serie de Aires Murcianos titulada Abanico 1917, Canciones de los niños 1918, Amaos los unos a los otros 1918. También edito una revista literaria llamada Letras entre 1916 y 1919.

El 6 de mayo de 1916 su hija Aurora tuvo una niña, la primera nieta del poeta. Su Tirana. De este nacimiento surgió el libro La Tirana 1923, un libro de presentes, que forma parte de la colección de Obras completas, compuesta de veintiséis volúmenes de temática muy variada, editados entre 1919 y 1927

En 1921 fallece su esposa, publica el libro Compañera 1921, una serie de poemas de gran tristeza, ante la pérdida de la que había sido su compañera durante 30 años.
Tras la muerte de su esposa, pronto encuentra una nueva compañera Elvira Arcas, de la que tuvo dos hijos, pero con la que no se casó hasta el final de sus días.

En 1924 abandonó su trabajo por enfermedad, en la empresa Remonda y Monserrat, pero en 1926 la empresa cambio de dueños descubriéndose un desfalco del que fue acusado el poeta, siendo condenado a cuatro años de prisión atenuada en el Parque de Bomberos de Rosario. Allí recordaba sus años de juventud y su primer amor que nunca olvido.

..¿Y Rufinica? No sabe
decirme el sepulturero.
Yo sé:” ¡Cubierta de flores”
en mi alma la llevo!..

En 1931 recibe una invitación para dar una conferencia en la Sorbona, París, aprovechando el viaje para regresar a su tierra natal en marzo de 1931. Recibido con homenajes en Archena, el Teatro Romea de Murcia y El Ateneo en Cartagena.

En febrero de 1932, fue presentado por don Miguel de Unamuno en el Ateneo de Madrid donde hizo unas lecturas poéticas.

Compro una casa en Archena y se instaló. En 1932 publica Belén de pastores. Villancicos y Milagros, obra de carácter reivindicativo político y social. Ya que participaba activamente de la vida política republicana del momento y apoyo al Frente popular en las elecciones de febrero de 1936, defendiendo la cultura para todos, el acercamiento de los pobres a los bienes de la enseñanza y la educación.

Vicente, enferma gravemente de cáncer y poco antes de comenzar la Guerra Civil, aconsejado por sus familiares, en abril de 1936 volvió a Argentina. Murió el 17 de agosto de 1937 en Rosario de Santa Fe, donde está enterrado. No se cumplió lo que tanto deseaba que era ser enterrado en su tierra.

“Cuando mi horica llegue,
Quiero morirme en mi tierra
¡verla al cerrarse mis ojos
Y tener mi hoyico en ella!”

Obras sin fechar Ecce Homo (cuadernillo) s.f., Ya está regalada la tierra con sangre de los hombres s.f., Hondos surcos han abierto los trabajos y las penas s.f., Sembradores a los campos que es el día de la siembra s.f., Tribulación: Hacia la nueva Jerusalén, Patria grande, ante la nueva fábrica del mundo s.f.,

Obras inéditas  en teatro, Canción de amor, La copla triste, El calor del hogar, En lo oscuro, Los pájaros, La fiesta del mar, El canto de las lechuzas, La pena duerme y en Poesía Cuaderno escolar, carceleras, Gesta, El mar, Aires chilenos Espigando, Pequeña galería.