Rescatado por siglos, a través del tiempo, nos encontramos con un humilde sacerdote, del cual ya solo debe quedar el polvo de sus huesos. De su recuerdo nada hubiese quedado, su nombre, no hubiese significado nada para nosotros hoy en día, de no ser, porque este señor además de ser sacerdote también era poeta. Nos estamos refiriendo a D. Francisco Gregorio de Salas.
Este extremeño del siglo XVIII, del que se desconoce a ciencia cierta el año de su nacimiento, el cual se calcula ocurrió en 1729 y fallecido en Madrid en 1808, ciudad donde paso la mayor parte de su vida. Nos dejó una extensa y variada obra literaria. De la cual hoy quiero compartir unos versos.
EL PÁJARO PRISIONERO
Niña tierna, que me tienes
en tan estrecha prisión;
mira que me han puesto en ella
los extremos de mi amor.
Yo creí las asechanzas
de un astuto cazador,
que fingió con su reclamo
de mi consorte la voz.
Atraída de su engaño
mi violenta pasión,
por no precaver el riesgo
el precipicio encontró.
Caí en la red, y me veo
por falta de precaución,
rodeado para siempre
de amargura y de dolor.
Escarmienta en mi desgracia,
y mira niña que son
irremediables los daños
de un incauto corazón.
Dame ya la libertad,
porque benigno el amor
te la dé a ti si te ves
algún día como yo.
D. Francisco Gregorio de Salas
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