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viernes, 18 de abril de 2014

NOCHES EN VELA de Eusebio Blasco


TREINTA Y TRES AÑOS

     Pensando estoy en medio de mi engaño
el error de mi tiempo mal perdido,
dijo el poeta al condolerse antaño,
viendo de muerte el corazón herido.
Yo, al recordar mis dichas yá lejanas,
y al ver cuánto es el goce pasajero
vivo llorando en medio de mis canas,
torpes mudanza de mi ardor primero.
¿Por qué, á la vez que la delicia inmensa
conozco del placer que apuré tanto,
siente ¡ay de mí ¡ mientras la mente piensa,
el corazón creciente desencanto?
Era yo ayer, - cuando en mi edad risueña
aún no asomaba en el zénit la bruma,-
bullente rio que de risco en peña
saltaba en montes de sonante espuma.
De mi existencia en los dichosos días
iba saltando las alegres horas.
como en el monte alegres y bravías
vagando van las cabras trepadoras.
siempre en pos del placer desconocido,
siempre animoso, con la suerte en guerra,
fácil senda encontraba el pié atrevido
en las ásperas quiebras de la sierra.
Toda senda ignorada hallando corta,
ancho camino abria en los jarales:
<<Allí hay peligros que encontrar, ¡no importa!
todos los halla mi pujanza iguales.>>
Mi corazón de plétora estallaba,
y el mundo hallando á mi expansión estrecho
doquier que mi pasión se desbordaba,
feliz latia el generoso pecho.
Así del sol mirando la alta lumbre
salvé del monte altivo los abrojos:
mas ¡ay! Que hoy fijo en la desierta cumbre,
heridos de la luz lloran mis ojos!
Yá de la edad en el naciente ocaso
cercan las nubes la empinada cima,
siento inseguro y vacilante el paso,
presiento el cielo desplomarse encima.
¿Por qué para subir sobró la vida
y vacila al bajar la planta osada?
¿Por qué tan alegre la subida
y presiento tan triste la bajada?
Desde la cumbre altiva de mis años
quedar veo á lo léjos mis verdores,
como en el valle al pié de los castaños
las mansas aguas y las verdes flores.
¡Y ora contemplo en triste desventura,
del crepúsculo vago en horas breves,
á un lado campos de eternal verdura
y al otro extensas, desoladas nieves!
Así van mis voltarias impresiones
mudando el sesgo al sentimiento mio;
ayer instintos, luchas y pasiones,
hoy material razonamiento frio.
¡Oh! Con qué afán en plácidos abriles
fui segando las flores del sendero,
derrochando mis fuerzas juveniles
sin rumbo infatigable pasajero!
abrió la edad el pavoroso abismo
que al débil corazón roba la calma.
¿Por qué el creciente tétrico egoísmo
vá marchitando el corazón y el alma?
¿Por qué del mundo en la corriente fiera
mi entusiasmo primero desparece?
¿Por qué si soy el mismo que ántes era
mi corazón sucumbe y desfallece?
Era la vida en mí tan generosa,
que de ella hacia ofenda sin reparo,
ora á los piés de la mujer hermosa,
ora en el seno del amigo caro.
Nunca engendraban egoístas penas
suerte contraria ni dolencia alguna;
rico caudal la sangre de mis venas
fuí derrochando á par de la fortuna.
¡Ay! Cómo el tiempo y la incurable herida
de mi experiencia que infeliz deploro,
me han enseñado á conservar la vida
culto rindiendo á la salud y al oro!
Cesó el impulso de animoso alarde,
pasó el amor que á la razón confunde,
tornóse el bravo corazón cobarde,
huyó la fé que el entusiasmo infunde.
¡Oh, inesperados, lúgubres destinos!
¡Yá de la vida en el naciente ocaso,
por cuán distintos áridos caminos
he de emprender el temeroso paso!
Yá no hallaré las incitantes flores
que brindaban aroma en sus corola;
no romperán los miembros vencedores
la ancha impulsión de las gigantes olas!
Desciende aprisa, corazón gigante,
del seco erial de la desierta cumbre,
que hundirse amarga, carcomido Atlante,
del cielo azul la inmensa pesadumbre!
Desciende oculto en el revuelto seno
de pardas nubes, entre el cierzo frío,
que has de ser tú que fuiste mar sin freno,
en hondas cauces prisionero rio!
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¡Nó por piedad! Si mi vigor añejo
tiempo y edad es fuerza que me roben,
¡ántes, Señor, de que me sienta viejo,
venga la muerte á sorprenderme joven!


Eusebio Blasco
Poesías serias 

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