I
Goza,
dulce amigo,
Ve
cómo el tiempo pasa furtivo
Y acaricia
nuestras sienes
Envejecidas
y calmas,
Goza
del suave céfiro
De este
atardecer ligero
Que
conmueve al alama cansada
Y consuélate
cuando llegue
El dócil
crepúsculo .
Pídele
a la escultura de Hebe,
Que
está escondida entre jazmines y petunias,
Detrás
de aquellas rocas,
Cerca
de la cascada
De cristalinas
aguas del Penteo,
Que
te sirva una copa de delicioso néctar,
Y apura
tu copa con la dulce ambrosía
Para
que se humedezca tu boca.
Escucha
la leve melodía
De la
siringa de Pan,
Mientras
tus ojos miran
A
la inmovilidad de las montañas
Y a
la dulce cadencia de la mar.
Los
antiguos templos de otras épocas,
Impávidos,
vacíos y en ruinas
Nos
cuentan la historia de la ciudad,
En
el reposo ahora hallado.
Goza,
dulce amigo,
De
este momento
En
el que todo es paz,
Y
quietud, y serenidad.
De su libro,
"La Ciudad en Llamas"
© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights
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