En el
segundo poema del agua ya ha tenido lugar una disolución, una muerte simbólica
y un retorno a las fuentes de vida – “Las aguas han entrado en mi alma, ¡dadme la
fuerza, la visión, la grandeza!” – para extraer de allí una fuerza nueva – “nazca
por la metáfora y sus normas” – que condiciona
una fase de reintegración.
Las aguas
han entrado en mi alma,
¡ dadme la
fuerza, la visión, la grandeza !
Todo era
agua, ahora es belleza,
¡ insúflame
la impávida calma !
¡ Qué pueda
llevar en la mano la palma,
soplo vital
de delicada fijeza,
qué penda
por el terreno su viveza
Y llegue a
la isla que la calma !
Materia
fecunda, simple, transparente,
Que tus olas
hagan espumas, formas,
Y del caos
de la vida aparente,
Nazca por la
metáfora y sus normas,
El numen de
un orden acremente
De la
naturaleza que tú transformas.
De su libro, "La Herencia de Mnemosyne"
© Antonio J.
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