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lunes, 7 de julio de 2014

La Despedida


Río Segura a su paso por Archena

Su paso era lento pero seguro, quizás algo cansado por las experiencias vividas. Hacía ya cinco años que había regresado a su pueblo natal, por fin estaba allí, recorriendo nuevamente sus calles como antaño, cuando era un jovenzuelo.
Los recuerdos se agolpaban en su mente, mientras se dirigía hacia el puente, bajo el cual fluían las verdes aguas del río Segura, a su paso por aquellas tierras. Por un momento, detuvo su camino, para poder acariciar con la mirada, aquel paisaje querido, que tanto había añorado durante los más de 20 años, que había vivido como emigrante en Argentina.
Dirigió sus pasos, al otro lado del puente, bajo por la pequeña escalinata lateral, luego camino bajo el, posando sus pies sobre el suave y verde manto de hierba junto al río. Cerró sus ojos y aspiro el limpio y fresco aire de aquella mañana de abril en su amado pueblo natal, aquello le hacía sentir una paz infinita, no exenta de añoranza.
Aquel pueblecito, su pueblito, había sido testigo de su nacimiento, de sus primeros años de vida, de su primer amor, de sus tristezas y alegrías de juventud. Recordaba a los que ya no estaban, a los vecinos con los que compartió su vida, a su padres y otros familiares, a Rufina su gran amor, todos los que reposaban ya en el campo santo.
Había regresado para quedarse, incluso había comprado una casa donde pasar los años que le quedasen de vida, y cuando llegase su hora y se cerrasen sus ojos, fuese su amada tierra lo último que con ellos viera, al igual que había sido lo primero que vieron en su nacimiento. Deseaba ser enterrado en su pueblo, que sus restos descansaran allí para siempre junto a su gente.
Inclino la cabeza mirando el verde césped junto a sus pies, mientras una rebelde lagrima rodo por su mejilla. Sus pies, no volverían a pisar de nuevo aquella tierra, ni su piel, volvería a sentir la dulce brisa de la mañana al nacer el sol, sus ojos, no volverían a contemplar aquel paisaje o el azul de ese cielo, que parecía más azul, que en ningún otro lugar de la tierra. Ahora ya todos sus sueños se habían roto como el frágil cristal. Todo el país estaba revuelto, se avecinaban malos tiempos para su amada patria y él tenía que marchar de nuevo a tierra extranjera, pero esta vez sería un viaje sin regreso, la terrible enfermedad que consumía su cuerpo, no le iba a dar mucho tiempo de vida y el moriría en un país que no era el suyo.
Seco la lágrima de su mejilla, respiro profundamente aquel aire fresco, como queriendo llevárselo consigo en su viaje, ajustó el sobrero sobre su cabeza y con cierto aire lúgubre, como el que va de duelo se alejó.


Río Segura a su paso por Archena

Imagino que pudo ser así como debió sentirse Vicente Medina, cuando tuvo que dejar su amada tierra, sabiendo que su grave enfermedad le impediría regresar algún día. No cumpliéndose lo que tanto deseaba.

“Cuando mi horica llegue,
Quiero morirme en mi tierra
¡verla al cerrarse mis ojos
Y tener mi hoyico en ella!”

                                                                                                ( Vicente Medina Tomás)

martes, 24 de junio de 2014

Aires Murcianos de Vicente Medina Tomás - Tóico



Érase una vez…., así comenzaban, la mayoría de los cuentos infantiles que recuerdo de mi infancia. Aunque hoy, no voy a hablar de cuentos infantiles, pero si, de una historia que se repite día a día, año tras años y siglo tras siglo, en todo el mundo desde sus comienzos y que seguirá repitiéndose, por los siglos, mientras el ser humano habite la tierra. Es la historia de un primer amor de adolescencia, ese que nunca se olvida, el despertar de los sentimientos, en la inocencia de la juventud. Ese que tantas ilusiones nos hizo sentir y por el que juremos amor eterno. Ese amor que casi siempre se acaba perdiendo, que solo vivirá en nuestro recuerdo para siempre.
     Esta historia, tiene nombre propio Vicente y Rufina, dos jóvenes ambos vecinos del mismo pueblo, habían crecido a pocos metros el uno del otro. Al llegar a la adolescencia, comenzaron a surgir los sentimientos entre ambos, hasta que llego el día en que se declararon su amor y como tantos otros jóvenes, se juraron amor eterno, deseando pasar sus vidas, el uno junto al otro. Este hecho hizo que el joven quisiera plasmar, en forma de poemas, lo que su corazón sentía por la muchacha. Pero, el destino, no iba a estar de su parte, los años pasaron y Vicente, se marchó como voluntario a hacer el servicio militar, a otra ciudad y más tarde a otro país. Mientras su amada permanecería en el pueblo, que les vio crecer, el mismo que fue testigo de su amor. Quizás la ausencia del muchacho disminuyo el amor de la chica, quizás los malos consejos que ella recibiera de sus allegados, ¿Quién sabe que paso por la cabeza de Rufina, durante la ausencia de su amor?, lo cierto, es que después de tantas promesas, ella no espero su regreso, comenzando las relaciones con otro hombre, con el que pronto se casaría. Un año después la joven moriría de sobreparto. Vicente su amor de juventud, sintió en el alma esa perdida. 
     Esta historia de amor adolescente, como tantas otras que sucedieron y otras que sucederán, habría quedado en el olvido, de no haber sido protagonizada por un escritor, el poeta, dramaturgo y editor murciano Vicente Medina Tomás y de su primer amor de adolescencia por Rufina Crevillén. El poeta inmortalizo en sus obras este primer amor, que no olvidaría en toda su vida. Por eso hoy sabemos de su existencia, al igual que sabemos el sentimiento que le embargo, cuando se entero de la muerte de Rufina, este sentimiento lo inmortalizo en su libro, "Aires Murcianos", con su poema "Tóico".
     Han pasado más de cien años, desde que esto sucediese, ninguno de los que hoy leemos y conocemos, sobre estos personajes habíamos nacido, pero nosotros moriremos y esta historia se seguirá conociendo por las generaciones venideras. Una historia inmortal, como lo es la inmortalidad del escritor.


Tóico

Morenica tenía la cara,
Negricos los ojos….
Me espreció por pobre,
Me tenía en poco….
Pa saber lo que yo la quería,
¡yo solico, solo!
Pa ella, yo, naïca…..
¡y ella, pa mí, tóico!
Morenica tenía la cara,
Negricos los ojos…..
Ahora es un pobre puñäo de güesos
Que está enterraïco dentro de aquel hoyo…
Naïca pa´l caso… naïca pa´l múndo…
¡manque es, pa mí, tóico!



martes, 17 de junio de 2014

La Ciudad en Llamas - Poema III


Poema III

¡Canta, Anfión, tañe tu lira!
¡Qué al compás de tu canto
Se levante una muralla más alta
Que la de la gloriosa Tebas!

No hagas puertas,
No es necesario.
Yo ya no puedo salir
A luchar como antes,
No necesito honores,
Ni esas medallas que el pueblo
Regala a sus héroes,
Pues debo hacer
Florecer este rosal!

Allá abajo,
En la lejanía,
Sé qué se está
Incendiando la ciudad.

De su Libro, " La Ciudad en Llamas)


© Antoni J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved

domingo, 15 de junio de 2014

La ciudad en llamas - Poema I



I

Goza, dulce amigo,
Ve cómo el tiempo pasa furtivo
Y acaricia nuestras sienes
Envejecidas y calmas,

Goza del suave céfiro
De este atardecer ligero
Que conmueve al alama cansada
Y consuélate cuando llegue
El dócil crepúsculo .

Pídele a la escultura de Hebe,
Que está escondida entre jazmines y petunias,
Detrás de aquellas rocas,
Cerca de la cascada
De cristalinas aguas del Penteo,
Que te sirva una copa de delicioso néctar,
Y apura tu copa con la dulce ambrosía
Para que se humedezca tu boca.

Escucha la leve melodía
De la siringa de Pan,
Mientras tus ojos miran
A la inmovilidad de las montañas
Y a la dulce cadencia de la mar.

Los antiguos templos de otras épocas,
Impávidos, vacíos y en ruinas
Nos cuentan la historia de la ciudad,
En el reposo ahora hallado.

Goza, dulce amigo,
De este momento
En el que todo es paz,

Y quietud, y serenidad.


De su libro, "La Ciudad en Llamas"


© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

martes, 10 de junio de 2014

LA HERENCIA DE MNEMOSYNE – Segundo poema del agua.


En el segundo poema del agua ya ha tenido lugar una disolución, una muerte simbólica y un retorno a las fuentes de vida  –  “Las aguas han entrado en mi alma, ¡dadme la fuerza, la visión, la grandeza!”  –  para extraer de allí una fuerza nueva  –  “nazca por la metáfora y sus normas”  – que condiciona una fase de reintegración.


Las aguas han entrado en mi alma,
¡ dadme la fuerza, la visión, la grandeza !
Todo era agua, ahora es belleza,
¡ insúflame la impávida calma !

¡ Qué pueda llevar en la mano la palma,
soplo vital de delicada fijeza,
qué penda por el terreno su viveza
Y llegue a la isla que la calma !

Materia fecunda, simple, transparente,
Que tus olas hagan espumas, formas,
Y del caos de la vida aparente,

Nazca por la metáfora y sus normas,
El numen de un orden acremente

De la naturaleza que tú transformas.


De su libro, "La Herencia de Mnemosyne"



© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

domingo, 8 de junio de 2014

OJOS DE CIELO

Antonio J. del Puig


OJOS DE CIELO

Para Antonio J. del Puig

“Son tus ojos de cielo
Azules como el mar.
Son tus ojos un espejo
Donde yo me quiero mirar.
Tu boca, de un rojo intenso,
Como una fresa al besar.
Eres, mi niño, un cielo
Al que yo no dejo de amar.”

(Anar Rodríguez)

© Anar Rodríguez. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

sábado, 7 de junio de 2014

LA HERENCIA DE MNEMOSYNE – Primer poema del agua


El Primer poema del agua tiene un carácter de masa indiferenciada, representando l a infinidad de lo posible, “¡Qué  sea regada la ley de la existencia…/ por el fedríaco templo albeado,” contiene todo lo virtual, todas las promesas de desarrollo y todas las formas de reabsorción, teniendo el agua un poder de purificación y regeneración.

Aguas superiores de temible inclemencia,
De la melantina ciudad, labios sapientes:
Probad vuestro furor por el confuso presente
De los desiertos valles, de la malvada ciencia.

¡Qué sea regada la ley de la existencia
desde las altas peñas graves y dolientes,
por el fedríaco templo albeado, inocente,
destruido una noche por su omnipotencia!

¡Sea mezclada el agua con sangre en caterva!
Amargo océano, abjurado asesino,
La roca hecha agua por la lucha acerva;

Muestra, en el terror de tu hondo remolino,
El oráculo final del baño de tu sierva,
Pues sólo una gota basta al buen peregrino.

 De su libro, “ La Herencia de Mnemosyne”


© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

jueves, 5 de junio de 2014

A UNA PORCELANA DE MEISSEN


A UNA PORCELANA DE MEISSEN

“Si la tierra y el agua fueron
La primera prueba del amor,
El caolín y la arcilla
Concibieron tu fragilidad,
Vencedora de siglos.
Tus cuarterones de azul frío
Donde reposan
Tus florones esmaltados en oro,
Tu centro de blanco luminoso
Con tus contornos también de oro
Hacen de tus relieves
La belleza más profunda
Que unos ojos puedan acariciar.
Amo tus colores, la redondez
De tu forma que una vez
Sirvieron para que alguien,
Más afortunado que yo,
Pudiera vivir más feliz
En el dichoso refinamiento
Que la vida ofrece
A quienes saben apreciarlo.
Ahora, envejecida, tus breves lañas
Demuestran que la experiencia
De tu vida es la única vida
Que podemos poseer.
La vida es lo único
Que nos ayuda a vivir.
Por eso, soberbia, triste,
Plañidera, melancólica,
Saturniana, dulce,
Hermosa sin final,
Te amo fuente de Meissen.”

De su libro, "Theatro de Amores y Leyendas"


© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.



miércoles, 4 de junio de 2014

A UN GESTO DE MARIA BILOVA

Antonio J. del Puig

A UN GESTO DE MARIA BILOVA

“En el bosque de la muerte
Donde moran las wallis,
Myrtha, tú eres la reina.
El conde Alberto va a depositar
Unas flores en la tumba de su amada
Giselle.
Vosotras que no sois inmortales,
Pero que vivís  más de nueve milenios
Según cuenta Plutarco,
Asesinaréis a quien
No baile hasta el amanecer.
Cuando el puro amor que hizo
Enloquecer a la bella
Y el cobarde enamorado,
Arrepentido y avergonzado,
Llega sin saber el destino
Que le aguarda,
Tú permites que el amor
Defienda al amor,
Pero, ¡ay, Myrtha!,
Cuando lo ves, te giras
Y apartas tu mirada,
Te das la vuelta,
Y con la más infinita elegancia
Y gracia
Haces un etéreo gesto despectivo
Con tu mano izquierda.
¿Qué pasa en tu corazón, Myrtha?
Esa inusitada cadencia
Que ampara
El más profundo dramatismo
Unido al gesto lírico supremo,
Nadie lo hizo como tú,
María Bilova.
Así era la leyenda escandinava
Que Heine recogió,
Que Gautier leyó
Contándosela a su amigo
Vernoy de Saint-Georges
Para que escribiera un libreto,
Y que Jean Coralli
Y después Perrot,
Y después Petipa la coreografiaran,
Y Delibes le pusiera música,
Para hacerte eterna, María Bilova.
Nadie ha bailado el acto segundo
Como tú lo has hecho,
Nadie hizo ese gesto
Como tú lo hiciste.
Ese gesto que representa al mundo
Perdido y casi destruido
En su vejez y desdicha
Presto a comenzar todo otra vez
Para cometer
Los mismos errores de antaño.

¡Cuántos recuerdan aquella noche
En el Bolshoi, cuando te vi
Por primera vez!
Te veo, te recuerdo, te sigo viendo.
Una cinta detiene el tiempo
Y produce un viaje astral.
Si alguna vez lees estas líneas,
María Bilova,
Y recuerdas que una vez,
Hace mucho tiempo,
Una sombra entró en tu camerino
Y besó tus labios
Mientras te desmaquillabas
Y tuvo que huir sin más remedio,

Ahora sabrás por qué.”


De su libro, "Theatro de Amores y Leyendas"


© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

lunes, 2 de junio de 2014

Novalis


NOVALIS

A Toñi Arjona
¿Oh, Santa y bendita Noche!,
Ya el sol va muriendo
Como siempre por el oeste
Y aparecen las primeras sombras.
El cielo se ilumina
Con una tierna luna de plata
Que vuelve a traer el consuelo
A mi alma.
Pequeñas velas, las estrellas,
Iluminan el oscuro ardor del cielo.
¡Nueva Noche, se tan magnífica
Como las anteriores
Y devuélveme la paz y la dicha,
Y la calma y el sosiego,
A mi cansado y entristecido espíritu!

Dios creó la mañana
Para que la gente corriera,
Para que no llegáramos a tiempo,
Para que se escapara el metro de la línea seis,
Para que los coches tocaran el claxon,
Para perder la vida en un atasco,
Para que pudiéramos hacer
Sólo dos o tres gestiones.
Dios hizo la mañana para que las taladradoras
Sonaran con un estruendo maldito,
Para que el albañil trabajara de sol a sol
Y de vino en vino,
Para que gentes de traje gris o azul marino
Corrieran desenfrenadas por las calles
Llenas de ruidos con portafolios y teléfonos móviles,
Para que viviéramos la vulgaridad,
Para que fuéramos iguales
En nuestros distintos trabajos.

Pero Dios también hizo la noche que gozo
Porque mi amada reside en ella.
En la tranquilidad,
En el silencio nocturno,
Puedo leer un libro de versos,
Volver a ver un ballet cien veces visto,
Escuchar a Lully y Mozart,
Pasear junto al mar de la mano de mi amor,
Conversar relajadamente en cualquier terraza nocturna,
Mirar por la ventana como el mundo duerme.
Oir el sonido del silencio
Que es la suprema felicidad.
¡ Poder vivir!, ¡poder pensar
Sin que nadie me moleste o me distraiga!
Y hacer otras cosas sin importancia.
¡Qué deprisa pasan las noches!
Pero, ¡ay!, llega el siempre terrible amanecer
Y cuando quiero dormir
No puedo,
Y el dolor se hace perpetuo

Hasta la noche siguiente.


De su libro, " La Tarde Ensangrentada"


© Antonio J. del Puig. Todos los derechos reservados. All rights reserved.